domingo, 24 de abril de 2011

analisis


Mario Vargas Llosa: "Travesuras de la niña mala" (Alfaguara, 2006)

Ricardo ve cumplido, a una edad muy temprana, el sueño que en su Lima natal alimentó desde que tenía uso de razón: vivir en París. Pero el rencuentro con un amor de adolescencia lo cambiará todo.

La joven, inconformista, aventurera, pragmática e inquieta, lo arrastrará fuera del pequeño mundo de sus ambiciones.

Testigos de épocas convulsas y florecientes en ciudades como Londres, París, Tokio o Madrid, que aquí son mucho más que escenarios, ambos personajes verán sus vidas entrelazarse sin llegar a coincidir del todo.

Sin embargo, esta danza de encuentros y desencuentros hará crecer la intensidad del relato página a página hasta propiciar una verdadera fusión del lector con el universo emocional de los protagonistas.

Creando una admirable tensión entre lo cómico y lo trágico, Mario Vargas Llosa juega con la realidad y la ficción para liberar una historia en la que el amor se nos muestra indefinible, dueño de mil caras, como la niña mala. Pasión y distancia, azar y destino, dolor y disfrute...


Creo que en efecto hay varios pasajes de la novela que no son creíbles, me cuesta trabajo entender las casualidades por las que los niños (mala y bueno) se reencuentran en un mundo globalizado. En conclusión la trama me parece poco fundamentada, en cuanto a la presentación de los sentimientos de los protagonistas me parecen más lógicos, aun cuando raros, dado que son llevados a límites que atentan contra la normalidad. Entiendo que ella percibe el amor como algo innecesario y hasta el fin de su vida reacciona en forma difeErente, pero la muestra débil Vargas sometida totalmente por el japonés, deja de ser cerebral. Mientras él se queda clavado en la percepción del amor con aquello de "solamente una vez" o es acaso que "no hay nada más bello.

El final es muy inesperado y hasta un poco realista, pues no termina con "y vivieron felices para siempre" sino que sólo la felicidad les fue esporádica, como siempre lo había sido para uno, o ambos. En particular, no me gustan aquellas novelas -de hecho me frustran- que el final te lo dejan a la imaginación, simplemente que lo construyas de la forma en que a TI mismo te gustaría terminarlo. Me parecen un tanto mediocres los autores que no le dan un final claro y preciso -como este- a su obra, pues siento que por una especie de temor, por no arriesgarse a defraudar a sus leyentes, les dan un abanico de alternativas, incluso a veces un tanto binarias -dado que en algunos casos, el tema cambia brutalmente con una sola decisión-. No toman elriesgo de ser criticados por la manera en que escojan darle fin a tal o cual obra, eso me molesta. Pero felizmente, este no fue el caso.